EXTRACTO DE LA CARTA ENCÍCLICA
CARITAS IN VERITATE
DEL SUMO PONTÍFICE
BENEDICTO XVI
A LOS OBISPOS
A LOS PRESBÍTEROS Y DIÁCONOS
A LAS PERSONAS CONSAGRADAS
A TODOS LOS FIELES LAICOS
Y A TODOS LOS HOMBRES DE BUENA VOLUNTAD
SOBRE EL DESARROLLO
HUMANO INTEGRAL
EN LA CARIDAD Y EN LA VERDAD
CARITAS IN VERITATE
DEL SUMO PONTÍFICE
BENEDICTO XVI
A LOS OBISPOS
A LOS PRESBÍTEROS Y DIÁCONOS
A LAS PERSONAS CONSAGRADAS
A TODOS LOS FIELES LAICOS
Y A TODOS LOS HOMBRES DE BUENA VOLUNTAD
SOBRE EL DESARROLLO
HUMANO INTEGRAL
EN LA CARIDAD Y EN LA VERDAD
Defender la verdad, proponerla con humildad y convicción y
testimoniarla en la vida son formas exigentes e insustituibles de caridad. (1)
Se ha de entender, valorar y practicar la caridad a la luz
de la verdad. De este modo, no sólo prestaremos un servicio a la caridad,
iluminada por la verdad, sino que contribuiremos a dar fuerza a la verdad,
mostrando su capacidad de autentificar y persuadir en la concreción de la vida
social. (2)
La verdad es luz que da sentido y valor a la caridad. Esta
luz es simultáneamente la de la razón y la de la fe, por medio de la cual la
inteligencia llega a la verdad natural y sobrenatural de la caridad,
percibiendo su significado de entrega, acogida y comunión. Sin verdad, la
caridad cae en mero sentimentalismo. (3)
La verdad, rescatando a los hombres de las opiniones y de
las sensaciones subjetivas, les permite llegar más allá de las determinaciones
culturales e históricas y apreciar el valor y la sustancia de las cosas. (4)
Por un lado, la caridad exige la justicia, el
reconocimiento y el respeto de los legítimos derechos de las personas y los
pueblos. Se ocupa de la construcción de la «ciudad del hombre» según el derecho
y la justicia. Por otro, la caridad supera la justicia y la completa siguiendo
la lógica de la entrega y el perdón (6)
El bien común no es un bien que se busca por sí mismo, sino
para las personas que forman parte de la comunidad social, y que sólo en ella
pueden conseguir su bien realmente y de modo más eficaz. … Se ama al prójimo tanto más eficazmente,
cuanto más se trabaja por un bien común que responda también a sus necesidades
reales. (7)
El anuncio de Cristo es el primero y principal factor de
desarrollo y nos ha dejado
la consigna de caminar por la vía del desarrollo con todo nuestro corazón y con
toda nuestra inteligencia, es decir, con el ardor de la caridad y la sabiduría
de la verdad. (8)
La
Iglesia
no tiene soluciones técnicas que ofrec y no pretende
«de ninguna manera mezclarse en la política de los Estados». No obstante, tiene
una misión de verdad que cumplir en todo tiempo y circunstancia en favor de una
sociedad a medida del hombre, de su dignidad y de su vocación. Sin verdad se
cae en una visión empirista y escéptica de la vida, incapaz de elevarse sobre
la praxis, porque no está interesada en tomar en consideración los valores —a
veces ni siquiera el significado— con los cuales juzgarla y orientarla. La
fidelidad al hombre exige la fidelidad a la verdad, que es la
única garantía de libertad (cf. Jn 8,32)
y de la posibilidad de un desarrollo humano integral. Por eso la Iglesia la busca, la
anuncia incansablemente y la reconoce allí donde se manifieste. Para la Iglesia, esta misión de
verdad es irrenunciable. (9)
CAPÍTULO
PRIMERO
EL
MENSAJE
DE LA POPULORUM PROGRESSIO
DE LA POPULORUM PROGRESSIO
La segunda verdad es que el auténtico desarrollo
del hombre concierne de manera unitaria a la totalidad de la persona en todas
sus dimensiones. … Desafortunadamente, se ha depositado una confianza
excesiva en dichas instituciones, casi como si ellas pudieran conseguir el
objetivo deseado de manera automática. En realidad, las instituciones por sí
solas no bastan, porque el desarrollo humano integral es ante todo vocación y,
por tanto, comporta que se asuman libre y solidariamente responsabilidades por
parte de todos. Este desarrollo exige, además, una visión trascendente de la
persona, necesita a Dios: sin Él, o se niega el desarrollo, o se le deja
únicamente en manos del hombre, que cede a la presunción de la auto-salvación y
termina por promover un desarrollo deshumanizado. (11)
No puede tener bases sólidas, una sociedad que —mientras
afirma valores como la dignidad de la persona, la justicia y la paz— se
contradice radicalmente aceptando y tolerando las más variadas formas de
menosprecio y violación de la vida humana, sobre todo si es débil y marginada. …
El testimonio de la caridad de Cristo mediante obras de justicia, paz y
desarrollo forma parte de la evangelización, porque a Jesucristo, que nos
ama, le interesa todo el hombre. (15)
Decir que el desarrollo es vocación equivale
a reconocer, por un lado, que éste nace de una llamada trascendente y, por
otro, que es incapaz de darse su significado último por sí mismo. (16)
El desarrollo humano integral supone la libertad
responsable de la persona y los pueblos: ninguna estructura puede
garantizar dicho desarrollo desde fuera y por encima de la responsabilidad
humana. (17)
La vocación cristiana a dicho desarrollo abarca tanto el
plano natural como el sobrenatural; éste es el motivo por el que, «cuando Dios
queda eclipsado, nuestra capacidad de reconocer el orden natural, la finalidad
y el “bien”, empieza a disiparse» (18)
El subdesarrollo tiene una causa más importante aún que la
falta de pensamiento: es «la falta de fraternidad entre los hombres y entre los
pueblos». Esta fraternidad, ¿podrán lograrla alguna vez los hombres por sí
solos? La sociedad cada vez más globalizada nos hace más cercanos, pero no más
hermanos. La razón, por sí sola, es capaz de aceptar la igualdad entre los
hombres y de establecer una convivencia cívica entre ellos, pero no consigue
fundar la hermandad. Ésta nace de una vocación transcendente de Dios Padre, el
primero que nos ha amado, y que nos ha enseñado mediante el Hijo lo que es la
caridad fraterna. (19)
EL
DESARROLLO HUMANO
EN NUESTRO TIEMPO
EN NUESTRO TIEMPO
Con un papel mejor ponderado de los poderes públicos, es
previsible que se fortalezcan las nuevas formas de participación en la política
nacional e internacional que tienen lugar a través de la actuación de las
organizaciones de la sociedad civil; en este sentido, es de desear que haya
mayor atención y participación en la res publica por parte de
los ciudadanos. (24)
La invitación de la doctrina social de la Iglesia, empezando por
la Rerum novaru, a dar vida a
asociaciones de trabajadores para defender sus propios derechos ha de ser
respetada, hoy más que ayer, dando ante todo una respuesta pronta y de altas
miras a la urgencia de establecer nuevas sinergias en el ámbito internacional y
local. … Quisiera recordar a todos, en especial a los gobernantes que se ocupan
en dar un aspecto renovado al orden económico y social del mundo, que el
primer capital que se ha de salvaguardar y valorar es el hombre, la persona en
su integridad: «Pues el hombre es el autor, el centro y el fin de toda la
vida económico-social». (25)
Se nota, en primer lugar, un eclecticismo cultural asumido
con frecuencia de manera acrítica: se piensa en las culturas como superpuestas
unas a otras, sustancialmente equivalentes e intercambiables. Eso induce a caer
en un relativismo que en nada ayuda al verdadero diálogo intercultural; en el
plano social, el relativismo cultural provoca que los grupos culturales estén
juntos o convivan, pero separados, sin diálogo auténtico y, por lo tanto, sin
verdadera integración. Existe, en segundo lugar, el peligro opuesto de rebajar
la cultura y homologar los comportamientos y estilos de vida. De este
modo, se pierde el sentido profundo de la cultura de las diferentes naciones,
de las tradiciones de los diversos pueblos, en cuyo marco la persona se
enfrenta a las cuestiones fundamentales de la existencia. El eclecticismo y el
bajo nivel cultural coinciden en separar la cultura de la naturaleza humana.
Así, las culturas ya no saben encontrar su lugar en una naturaleza que las
transciende, terminando por reducir al hombre a mero dato cultural. Cuando esto
ocurre, la humanidad corre nuevos riesgos de sometimiento y manipulación. (26)
Falta un sistema de instituciones económicas capaces, tanto
de asegurar que se tenga acceso al agua y a la comida de manera regular y
adecuada desde el punto de vista nutricional, como de afrontar las exigencias
relacionadas con las necesidades primarias y con las emergencias de crisis
alimentarias reales, provocadas por causas naturales o por la irresponsabilidad
política nacional e internacional. (27)
Cuando una sociedad se encamina hacia la negación y la
supresión de la vida, acaba por no encontrar la motivación y la energía
necesaria para esforzarse en el servicio del verdadero bien del hombre. Si se
pierde la sensibilidad personal y social para acoger una nueva vida, también se
marchitan otras formas de acogida provechosas para la vida social. La acogida
de la vida forja las energías morales y capacita para la ayuda recíproca.
Fomentando la apertura a la vida, los pueblos ricos pueden comprender mejor las
necesidades de los que son pobres, evitar el empleo de ingentes recursos
económicos e intelectuales para satisfacer deseos egoístas entre los propios
ciudadanos y promover, por el contrario, buenas actuaciones en la perspectiva
de una producción moralmente sana y solidaria, en el respeto del derecho
fundamental de cada pueblo y cada persona a la vida. (28)
También la promoción programada de la indiferencia
religiosa o del ateísmo práctico por parte de muchos países contrasta con las
necesidades del desarrollo de los pueblos, sustrayéndoles bienes espirituales y
humanos. Dios es el garante del verdadero desarrollo del hombreen
cuanto, habiéndolo creado a su imagen, funda también su dignidad trascendente y
alimenta su anhelo constitutivo de «ser más». (29)
Teniendo en cuenta la complejidad de los problemas, es
obvio que las diferentes disciplinas deben colaborar en una
interdisciplinariedad ordenada. La caridad no excluye el saber, más bien lo
exige, lo promueve y lo anima desde dentro. El saber nunca es sólo obra de la
inteligencia. Ciertamente, puede reducirse a cálculo y experimentación, pero si
quiere ser sabiduría capaz de orientar al hombre a la luz de los primeros
principios y de su fin último, ha de ser «sazonado» con la «sal» de la caridad.
Sin el saber, el hacer es ciego, y el saber es estéril sin el amor. … Siempre hay que lanzarse más allá: lo exige la
caridad en la verdad. Pero ir más allá nunca significa prescindir de las
conclusiones de la razón, ni contradecir sus resultados. No existe la
inteligencia y después el amor: existe el amor rico en inteligencia y
la inteligencia llena de amor. (30)
Globalización. Surgido en los países
económicamente desarrollados, este proceso ha implicado por su naturaleza a
todas las economías. Ha sido el motor principal para que regiones enteras superaran
el subdesarrollo y es, de por sí, una gran oportunidad. Sin embargo, sin la
guía de la caridad en la verdad, este impulso planetario puede contribuir a
crear riesgo de daños hasta ahora desconocidos y nuevas divisiones en la
familia humana. Por eso, la caridad y la verdad nos plantean un compromiso
inédito y creativo, ciertamente muy vasto y complejo. Se trata de ensanchar
la razón y hacerla capaz de conocer y orientar estas nuevas e imponentes
dinámicas, animándolas en la perspectiva de esa «civilización del amor», de
la cual Dios ha puesto la semilla en cada pueblo y en cada cultura. (33)
CAPÍTULO
TERCERO
FRATERNIDAD,
DESARROLLO ECONÓMICO
Y SOCIEDAD CIVIL
DESARROLLO ECONÓMICO
Y SOCIEDAD CIVIL
Creerse autosuficiente y capaz de eliminar por sí mismo el
mal de la historia ha inducido al hombre a confundir la felicidad y la
salvación con formas inmanentes de bienestar material y de actuación social.
Además, la exigencia de la economía de ser autónoma, de no estar sujeta a
«injerencias» de carácter moral, ha llevado al hombre a abusar de los
instrumentos económicos incluso de manera destructiva. Con el pasar del tiempo,
estas posturas han desembocado en sistemas económicos, sociales y políticos que
han tiranizado la libertad de la persona y de los organismos sociales y que,
precisamente por eso, no han sido capaces de asegurar la justicia que
prometían. … La caridad en la verdad es una fuerza que
funda la comunidad, unifica a los hombres de manera que no haya barreras o
confines … El desarrollo económico, social y político
necesita, si quiere ser auténticamente humano, dar espacio al principio
de gratuidad como expresión de fraternidad. (34)
Si el mercado se rige únicamente por el principio de la
equivalencia del valor de los bienes que se intercambian, no llega a producir la
cohesión social que necesita para su buen funcionamiento. Sin formas
internas de solidaridad y de confianza recíproca, el mercado no puede cumplir
plenamente su propia función económica. …
No obstante, se ha de considerar equivocada la visión de quienes piensan
que la economía de mercado tiene necesidad estructural de una cuota de pobreza
y de subdesarrollo para funcionar mejor. Al mercado le interesa promover la
emancipación, pero no puede lograrlo por sí mismo, porque no puede producir lo
que está fuera de su alcance. Ha de sacar fuerzas morales de otras instancias
que sean capaces de generarlas. (35)
El sector económico no es ni éticamente neutro ni inhumano
o antisocial por naturaleza. Es una actividad del hombre y, precisamente porque
es humana, debe ser articulada e institucionalizada éticamente. …No sólo no se
pueden olvidar o debilitar los principios tradicionales de la ética social,
como la trasparencia, la honestidad y la responsabilidad, sino que en las relaciones
mercantiles el principio de gratuidad y la lógica del
don, como expresiones de fraternidad, pueden y deben tener espacio en
la actividad económica ordinaria. (36)
En la época de la globalización, la actividad económica no
puede prescindir de la gratuidad, que fomenta y extiende la solidaridad y la
responsabilidad por la justicia y el bien común en sus diversas instancias y
agentes. … La solidaridad es en primer
lugar que todos se sientan responsables de todos; por tanto no se la puede
dejar solamente en manos del Estado. (38)
La victoria sobre el subdesarrollo requiere actuar no sólo
en la mejora de las transacciones basadas en la compraventa, o en las
transferencias de las estructuras asistenciales de carácter público, sino sobre
todo en la apertura progresiva en el contexto mundial a formas de
actividad económica caracterizada por ciertos márgenes de gratuidad y comunión.
(39)
Cada vez son menos las empresas que dependen de un único
empresario estable que se sienta responsable a largo plazo, y no sólo por poco
tiempo, de la vida y los resultados de su empresa, y cada vez son menos las
empresas que dependen de un único territorio. …
La gestión de la empresa no puede tener en cuenta únicamente el
interés de sus propietarios, sino también el de todos los otros sujetos que
contribuyen a la vida de la empresa: trabajadores, clientes, proveedores de
los diversos elementos de producción, la comunidad de referencia. … Se ha
de evitar que el empleo de recursos financieros esté motivado
por la especulación y ceda a la tentación de buscar únicamente un beneficio
inmediato, en vez de la sostenibilidad de la empresa a largo plazo, su propio
servicio a la economía real y la promoción, en modo adecuado y oportuno, de
iniciativas económicas también en los países necesitados de desarrollo. … No es
lícito deslocalizar únicamente para aprovechar particulares condiciones
favorables, o peor aún, para explotar sin aportar a la sociedad local una
verdadera contribución para el nacimiento de un sólido sistema productivo y
social, factor imprescindible para un desarrollo estable. (40)
El mercado único de nuestros días no elimina el papel de
los estados, más bien obliga a los gobiernos a una colaboración recíproca más
estrecha. (41)
A este respecto, es bueno recordar que la globalización ha
de entenderse ciertamente como un proceso socioeconómico, pero no es ésta su
única dimensión. Tras este proceso más visible hay realmente una humanidad cada
vez más interrelacionada; hay personas y pueblos para los que el proceso debe
ser de utilidad y desarrollo, gracias a que tanto los individuos como la
colectividad asumen sus respectivas responsabilidades. La superación de las
fronteras no es sólo un hecho material, sino también cultural, en sus causas y
en sus efectos. Cuando se entiende la globalización de manera determinista, se
pierden los criterios para valorarla y orientarla. Es una realidad humana y
puede ser fruto de diversas corrientes culturales que han de ser sometidas a un
discernimiento. La verdad de la globalización como proceso y su criterio ético
fundamental vienen dados por la unidad de la familia humana y su crecimiento en
el bien. Por tanto, hay que esforzarse incesantemente para favorecer una orientación
cultural personalista y comunitaria, abierta a la trascendencia, del proceso de
integración planetaria. … El proceso de globalización, adecuadamente
entendido y gestionado, ofrece la posibilidad de una gran redistribución de la
riqueza a escala planetaria como nunca se ha visto antes; pero, si se gestiona
mal, puede incrementar la pobreza y la desigualdad, contagiando además con una
crisis a todo el mundo. … La transición que el proceso de globalización
comporta, conlleva grandes dificultades y peligros, que sólo se podrán superar
si se toma conciencia del espíritu antropológico y ético que en el fondo
impulsa la globalización hacia metas de humanización solidaria. (42)
CAPÍTULO
CUARTO
DESARROLLO
DE LOS PUEBLOS,
DERECHOS Y DEBERES, AMBIENTE
DERECHOS Y DEBERES, AMBIENTE
Se aprecia con frecuencia una relación entre la
reivindicación del derecho a lo superfluo, e incluso a la transgresión y al
vicio, en las sociedades opulentas, y la carencia de comida, agua potable,
instrucción básica o cuidados sanitarios elementales en ciertas regiones del
mundo subdesarrollado y también en la periferia de las grandes ciudades. Dicha
relación consiste en que los derechos individuales, desvinculados de un
conjunto de deberes que les dé un sentido profundo, se desquician y dan lugar a
una espiral de exigencias prácticamente ilimitada y carente de criterios. La
exacerbación de los derechos conduce al olvido de los deberes. Los deberes
delimitan los derechos porque remiten a un marco antropológico y ético en cuya
verdad se insertan también los derechos y así dejan de ser arbitrarios. Por
este motivo, los deberes refuerzan los derechos y reclaman que se los defienda
y promueva como un compromiso al servicio del bien. En cambio, si los derechos del
hombre se fundamentan sólo en las deliberaciones de una asamblea de ciudadanos,
pueden ser cambiados en cualquier momento y, consiguientemente, se relaja en la
conciencia común el deber de respetarlos y tratar de conseguirlos. … En efecto, éstos exigen que la comunidad
internacional asuma como un deber ayudarles a ser «artífices de su destino», es
decir, a que asuman a su vez deberes. Compartir los deberes recíprocos
moviliza mucho más que la mera reivindicación de derechos. (43)
No es correcto considerar el aumento de población como la
primera causa del subdesarrollo, incluso desde el punto de vista económico:
baste pensar, por un lado, en la notable disminución de la mortalidad infantil
y el aumento de la edad media que se produce en los países económicamente
desarrollados y, por otra, en los signos de crisis que se perciben en la
sociedades en las que se constata una preocupante disminución de la natalidad. … La sexualidad no puede quedar reducida a un
mero hecho hedonista y lúdico, del mismo modo que la educación sexual no se
puede limitar a una instrucción técnica, con la única preocupación de proteger
a los interesados de eventuales contagios o del «riesgo» de procrear. Esto
equivaldría a empobrecer y descuidar el significado profundo de la sexualidad,
que debe ser en cambio reconocido y asumido con responsabilidad por la persona
y la comunidad. En efecto, la responsabilidad evita tanto que se considere la
sexualidad como una simple fuente de placer, como que se regule con políticas
de planificación forzada de la natalidad. En ambos casos se trata de concepciones
y políticas materialistas, en las que las personas acaban padeciendo diversas
formas de violencia. (44)
Conviene, sin embargo, elaborar un criterio de
discernimiento válido, pues se nota un cierto abuso del adjetivo «ético» que,
usado de manera genérica, puede abarcar también contenidos completamente
distintos, hasta el punto de hacer pasar por éticas decisiones y opciones
contrarias a la justicia y al verdadero bien del hombre. … Mucho depende del sistema moral de referencia.
Sobre este aspecto, la doctrina social de la Iglesia ofrece una aportación específica, que se
funda en la creación del hombre «a imagen de Dios» (Gn 1,27), algo
que comporta la inviolable dignidad de la persona humana, así como el valor
trascendente de las normas morales naturales. Una ética económica que prescinda
de estos dos pilares correría el peligro de perder inevitablemente su propio
significado y prestarse así a ser instrumentalizada; más concretamente,
correría el riesgo de amoldarse a los sistemas económico-financieros
existentes, en vez de corregir sus disfunciones. (45)
Lo que interesa principalmente es la mejora de las
condiciones de vida de las personas concretas de una cierta región, para que
puedan satisfacer aquellos deberes que la indigencia no les permite observar
actualmente. La preocupación nunca puede ser una actitud abstracta. Los
programas de desarrollo, para poder adaptarse a las situaciones concretas, han
de ser flexibles; y las personas que se beneficien deben implicarse directamente
en su planificación y convertirse en protagonistas de su realización. ... Las
soluciones se han de ajustar a la vida de los pueblos y de las personas
concretas, basándose en una valoración prudencial de cada situación. Al lado de
los macroproyectos son necesarios los microproyectos y, sobre todo, es
necesaria la movilización efectiva de todos los sujetos de la sociedad civil,
tanto de las personas jurídicas como de las personas físicas.
Cooperación
internacional
A veces, el destinatario de las ayudas resulta útil para quien lo ayuda y, así,
los pobres sirven para mantener costosos organismos burocráticos, que destinan
a la propia conservación un porcentaje demasiado elevado de esos recursos que
deberían ser destinados al desarrollo. (47)
Ambiente natural. Cuando se considera la naturaleza, y en primer
lugar al ser humano, fruto del azar o del determinismo evolutivo, disminuye el
sentido de la responsabilidad en las conciencias. ... Si se desvanece esta
visión, se acaba por considerar la naturaleza como un tabú intocable o, al
contrario, por abusar de ella. … Se ha de subrayar que es contrario al
verdadero desarrollo considerar la naturaleza como más importante que la
persona humana misma. Esta postura conduce a actitudes neopaganas o de nuevo
panteísmo: la salvación del hombre no puede venir únicamente de la naturaleza,
entendida en sentido puramente naturalista. Por otra parte, también es
necesario refutar la posición contraria, que mira a su completa tecnificación,
porque el ambiente natural no es sólo materia disponible a nuestro gusto, sino
obra admirable del Creador y que lleva en sí una «gramática» que indica
finalidad y criterios para un uso inteligente, no instrumental y arbitrario. (48)
Solidaridad Pero es también necesaria una redistribución
planetaria de los recursos energéticos, de manera que también los países que no
los tienen puedan acceder a ellos. Su destino no puede dejarse en manos del
primero que llega o depender de la lógica del más fuerte. Se trata de problemas
relevantes que, para ser afrontados de manera adecuada, requieren por parte de
todos una responsable toma de conciencia de las consecuencias que afectarán a
las nuevas generaciones, y sobre todo a los numerosos jóvenes que viven en los
pueblos pobres, los cuales «reclaman tener su parte activa en la construcción
de un mundo mejor» (49)
Y también las autoridades competentes han de hacer los
esfuerzos necesarios para que los costes económicos y sociales que se derivan
del uso de los recursos ambientales comunes se reconozcan de manera
transparente y sean sufragados totalmente por aquellos que se benefician, y no
por otros o por las futuras generaciones. (50)
Esto exige que la sociedad actual revise seriamente su
estilo de vida que, en muchas partes del mundo, tiende al hedonismo y al
consumismo, despreocupándose de los daños que de ello se derivan. … Un
acuerdo pacífico sobre el uso de los recursos puede salvaguardar la naturaleza
y, al mismo tiempo, el bienestar de las sociedades interesadas. … Para salvaguardar la naturaleza no basta
intervenir con incentivos o desincentivos económicos, y ni siquiera basta con
una instrucción adecuada. Éstos son instrumentos importantes, pero el
problema decisivo es la capacidad moral global de la sociedad. Si no se
respeta el derecho a la vida y a la muerte natural, si se hace artificial la
concepción, la gestación y el nacimiento del hombre, si se sacrifican embriones
humanos a la investigación, la conciencia común acaba perdiendo el concepto de
ecología humana y con ello de la ecología ambiental. Es una contradicción pedir
a las nuevas generaciones el respeto al ambiente natural, cuando la educación y
las leyes no las ayudan a respetarse a sí mismas. El libro de la naturaleza es
uno e indivisible, tanto en lo que concierne a la vida, la sexualidad, el
matrimonio, la familia, las relaciones sociales, en una palabra, el desarrollo
humano integral. Los deberes que tenemos con el ambiente están relacionados con
los que tenemos para con la persona considerada en sí misma y en su relación
con los otros. No se pueden exigir unos y conculcar otros. Es una grave
antinomia de la mentalidad y de la praxis actual, que envilece a la persona,
trastorna el ambiente y daña a la sociedad. (51)
La verdad, y el amor que ella desvela, no se pueden
producir, sólo se pueden acoger. Su última fuente no es, ni puede ser, el
hombre, sino Dios, o sea Aquel que es Verdad y Amor. Este principio es muy
importante para la sociedad y para el desarrollo, en cuanto que ni la Verdad ni el Amor pueden
ser sólo productos humanos; la vocación misma al desarrollo de las personas y
de los pueblos no se fundamenta en una simple deliberación humana, sino que
está inscrita en un plano que nos precede y que para todos nosotros es un deber
que ha de ser acogido libremente. Lo que nos precede y constituye —el Amor y la Verdad subsistentes— nos
indica qué es el bien y en qué consiste nuestra felicidad. Nos señala
así el camino hacia el verdadero desarrollo. (52)
CAPÍTULO
QUINTO
LA
COLABORACIÓN
DE LA FAMILIA HUMANA
DE LA FAMILIA HUMANA
Toda la humanidad está alienada cuando se entrega a
proyectos exclusivamente humanos, a ideologías y utopías falsas[126].
Hoy la humanidad aparece mucho más interactiva que antes: esa mayor vecindad
debe transformarse en verdadera comunión. El desarrollo de los pueblos
depende sobre todo de que se reconozcan como parte de una sola familia, que
colabora con verdadera comunión y está integrada por seres que no viven
simplemente uno junto al otro. … La criatura humana, en cuanto de naturaleza
espiritual, se realiza en las relaciones interpersonales. .. La importancia de
dichas relaciones es fundamental. Esto vale también para los pueblos. ... De la
misma manera que la comunidad familiar no anula en su seno a las personas que
la componen, y la Iglesia
misma valora plenamente la «criatura nueva» (Ga 6,15; 2
Co 5,17), que por el bautismo se inserta en su Cuerpo vivo, así
también la unidad de la familia humana no anula de por sí a las personas, los
pueblos o las culturas, sino que los hace más transparentes los unos con los
otros, más unidos en su legítima diversidad. (53)
El mundo de hoy está siendo atravesado por algunas culturas
de trasfondo religioso, que no llevan al hombre a la comunión, sino que lo
aíslan en la búsqueda del bienestar individual, limitándose a gratificar las
expectativas psicológicas. También una cierta proliferación de itinerarios
religiosos de pequeños grupos, e incluso de personas individuales, así como el
sincretismo religioso, pueden ser factores de dispersión y de falta de
compromiso. Un posible efecto negativo del proceso de globalización es la
tendencia a favorecer dicho sincretismo[132],
alimentando formas de «religión» que alejan a las personas unas de otras, en
vez de hacer que se encuentren, y las apartan de la realidad. Al mismo tiempo,
persisten a veces parcelas culturales y religiosas que encasillan la sociedad
en castas sociales estáticas, en creencias mágicas que no respetan la dignidad
de la persona, en actitudes de sumisión a fuerzas ocultas. En esos contextos,
el amor y la verdad encuentran dificultad para afianzarse, perjudicando el
auténtico desarrollo. … Por este motivo, aunque es verdad que, por un
lado, el desarrollo necesita de las religiones y de las culturas de los
diversos pueblos, por otro lado, sigue siendo verdad también que es necesario
un adecuado discernimiento. ... Dicho
discernimiento deberá basarse en el criterio de la caridad y de la verdad.
Puesto que está en juego el desarrollo de las personas y de los pueblos, tendrá
en cuenta la posibilidad de emancipación y de inclusión en la óptica de una
comunidad humana verdaderamente universal. (55)
La negación del derecho a profesar públicamente la propia
religión y a trabajar para que las verdades de la fe inspiren también la vida
pública, tiene consecuencias negativas sobre el verdadero desarrollo. La
exclusión de la religión del ámbito público, así como, el fundamentalismo
religioso por otro lado, impiden el encuentro entre las personas y su
colaboración para el progreso de la humanidad. La vida pública se empobrece de
motivaciones y la política adquiere un aspecto opresor y agresivo. Se corre el
riesgo de que no se respeten los derechos humanos, bien porque se les priva de
su fundamento trascendente, bien porque no se reconoce la libertad personal. En
el laicismo y en el fundamentalismo se pierde la posibilidad de un diálogo
fecundo y de una provechosa colaboración entre la razón y la fe
religiosa. La razón necesita siempre ser purificada por la fe, y
esto vale también para la razón política, que no debe creerse omnipotente. A su
vez, la religión tiene siempre necesidad de ser purificada por la razón para
mostrar su auténtico rostro humano. La ruptura de este diálogo comporta un
coste muy gravoso para el desarrollo de la humanidad. (56)
La subsidiaridad es ante todo una ayuda a la persona, a
través de la autonomía de los cuerpos intermedios. Dicha ayuda se ofrece cuando
la persona y los sujetos sociales no son capaces de valerse por sí mismos,
implicando siempre una finalidad emancipadora, porque favorece la libertad y la
participación a la hora de asumir responsabilidades. … Por tanto, es un principio particularmente
adecuado para gobernar la globalización y orientarla hacia un verdadero
desarrollo humano. … La globalización
necesita ciertamente una autoridad, en cuanto plantea el problema de la
consecución de un bien común global; sin embargo, dicha autoridad deberá estar
organizada de modo subsidiario y con división de poderes, tanto para no herir
la libertad como para resultar concretamente eficaz. (57)
Sigue siendo verdad que el recurso humano es el más valioso
de los países en vías de desarrollo: éste es el auténtico capital que se ha de
potenciar para asegurar a los países más pobres un futuro verdaderamente
autónomo. Conviene recordar también que, en el campo económico, la ayuda
principal que necesitan los países en vías de desarrollo es permitir y
favorecer cada vez más el ingreso de sus productos en los mercados
internacionales, posibilitando así su plena participación en la vida económica
internacional. En el pasado, las ayudas han servido con demasiada frecuencia
sólo para crear mercados marginales de los productos de esos países. Esto se
debe muchas veces a una falta de verdadera demanda de estos productos: por
tanto, es necesario ayudar a esos países a mejorar sus productos y a adaptarlos
mejor a la demanda. (58)
En todas las culturas se dan singulares y múltiples
convergencias éticas, expresiones de una misma naturaleza humana, querida por
el Creador, y que la sabiduría ética de la humanidad llama ley natural. Dicha
ley moral universal es fundamento sólido de todo diálogo cultural, religioso y
político, ayudando al pluralismo multiforme de las diversas culturas a que no
se alejen de la búsqueda común de la verdad, del bien y de Dios. Por tanto, la
adhesión a esa ley escrita en los corazones es la base de toda colaboración
social constructiva. (59)
Los estados económicamente más desarrollados harán lo
posible por destinar mayores porcentajes de su producto interior bruto para
ayudas al desarrollo, respetando los compromisos que se han tomado sobre este
punto en el ámbito de la comunidad internacional. Lo podrán hacer también
revisando sus políticas internas de asistencia y de solidaridad social,
aplicando a ellas el principio de subsidiaridad y creando sistemas de seguridad
social más integrados, con la participación activa de las personas y de la
sociedad civil. De esta manera, es posible también mejorar los servicios
sociales y asistenciales y, al mismo tiempo, ahorrar recursos, eliminando
derroches y rentas abusivas, para destinarlos a la solidaridad internacional. (60)
Acceso a la educación Con el término «educación» no nos referimos sólo a
la instrucción o a la formación para el trabajo, que son dos causas importantes
para el desarrollo, sino a la formación completa de la persona. A este
respecto, se ha de subrayar un aspecto problemático: para educar es preciso
saber quién es la persona humana, conocer su naturaleza. Al afianzarse una
visión relativista de dicha naturaleza plantea serios problemas a la educación,
sobre todo a la educación moral, comprometiendo su difusión universal. Cediendo
a este relativismo, todos se empobrecen más, con consecuencias negativas
también para la eficacia de la ayuda a las poblaciones más necesitadas, a las
que no faltan sólo recursos económicos o técnicos, sino también modos y medios
pedagógicos que ayuden a las personas a lograr su plena realización humana.
Turismo
internacional, En muchos casos es una experiencia deseducativa,
tanto para el turista como para las poblaciones locales. Con frecuencia, éstas
se encuentran con conductas inmorales, y hasta perversas, como en el caso del
llamado turismo sexual, al que se sacrifican tantos seres humanos, incluso de
tierna edad. ... Hay que pensar, pues, en un turismo distinto, capaz de
promover un verdadero conocimiento recíproco, que nada quite al descanso y
a la sana diversión: hay que fomentar un turismo así, también a través de una
relación más estrecha con las experiencias de cooperación internacional y de
iniciativas empresariales para el desarrollo. (61)
Migraciones. Esta política hay que desarrollarla partiendo
de una estrecha colaboración entre los países de procedencia y de destino de
los emigrantes; ha de ir acompañada de adecuadas normativas internacionales
capaces de armonizar los diversos ordenamientos legislativos, con vistas a
salvaguardar las exigencias y los derechos de las personas y de las familias
emigrantes, así como las de las sociedades de destino. Ningún país por sí solo
puede ser capaz de hacer frente a los problemas migratorios actuales. ... Obviamente,
estos trabajadores no pueden ser considerados como una mercancía o una mera
fuerza laboral. (62)
Pobreza. Los pobres son en muchos casos el
resultado de la violación de la dignidad del trabajo humano, bien
porque se limitan sus posibilidades (desocupación, subocupación), bien porque
se devalúan «los derechos que fluyen del mismo, especialmente el derecho al
justo salario, a la seguridad de la persona del trabajador y de su familia». … La
palabra «decente» aplicada al trabajo significa un trabajo que, en cualquier
sociedad, sea expresión de la dignidad esencial de todo hombre o mujer: un
trabajo libremente elegido, que asocie efectivamente a los trabajadores,
hombres y mujeres, al desarrollo de su comunidad; un trabajo que, de este modo,
haga que los trabajadores sean respetados, evitando toda discriminación; un
trabajo que permita satisfacer las necesidades de las familias y escolarizar a los
hijos sin que se vean obligados a trabajar; un trabajo que consienta a los
trabajadores organizarse libremente y hacer oír su voz; un trabajo que deje
espacio para reencontrarse adecuadamente con las propias raíces en el ámbito
personal, familiar y espiritual; un trabajo que asegure una condición digna a
los trabajadores que llegan a la jubilación. (63)
Organizaciones sindicales Las organizaciones sindicales están
llamadas a hacerse cargo de los nuevos problemas de nuestra sociedad, superando
las limitaciones propias de los sindicatos de clase. ... El contexto global en
el que se desarrolla el trabajo requiere igualmente que las organizaciones
sindicales nacionales, ceñidas sobre todo a la defensa de los intereses de sus
afiliados, vuelvan su mirada también hacia los no afiliados y, en particular,
hacia los trabajadores de los países en vía de desarrollo, donde tantas veces
se violan los derechos sociales. La defensa de estos trabajadores, promovida
también mediante iniciativas apropiadas en favor de los países de origen,
permitirá a las organizaciones sindicales poner de relieve las auténticas
razones éticas y culturales que las han consentido ser, en contextos sociales y
laborales diversos, un factor decisivo para el desarrollo. Sigue siendo válida
la tradicional enseñanza de la
Iglesia, que propone la distinción de papeles y funciones
entre sindicato y política. Esta distinción permitirá a las organizaciones
sindicales encontrar en la sociedad civil el ámbito más adecuado
para su necesaria actuación en defensa y promoción del mundo del trabajo, sobre
todo en favor de los trabajadores explotados y no representados, cuya amarga
condición pasa desapercibida tantas veces ante los ojos distraídos de la
sociedad. (64)
Finanzas Es ciertamente útil, y en
algunas circunstancias indispensable, promover iniciativas financieras en las
que predomine la dimensión humanitaria. Sin embargo, esto no debe hacernos
olvidar que todo el sistema financiero ha de tener como meta el sostenimiento
de un verdadero desarrollo. Sobre todo, es preciso que el intento de hacer el
bien no se contraponga al de la capacidad efectiva de producir bienes. … Los más débiles deben ser educados para
defenderse de la usura, así como los pueblos pobres han de ser educados para
beneficiarse realmente del microcrédito, frenando de este modo posibles formas
de explotación en estos dos campos. (65)
Consumidores y sus
asociaciones. Es
conveniente favorecer formas nuevas de comercialización de productos
provenientes de áreas deprimidas del planeta para garantizar una retribución
decente a los productores, a condición de que se trate de un mercado
transparente, que los productores reciban no sólo mayores márgenes de ganancia
sino también mayor formación, profesionalidad y tecnología y, finalmente, que
dichas experiencias de economía para el desarrollo no estén condicionadas por
visiones ideológicas partidistas. (66)
Ante el imparable aumento de la interdependencia mundial, y
también en presencia de una recesión de alcance global, se siente mucho la
urgencia de la reforma tanto de la Organización de las Naciones
Unidas como de la arquitectura económica y financiera
internacional, para que se dé una concreción real al concepto de familia de
naciones. Y se siente la urgencia de encontrar formas innovadoras para poner en
práctica el principio de la responsabilidad de proteger y dar
también una voz eficaz en las decisiones comunes a las naciones más pobres. …Urge
la presencia de una verdadera Autoridad política mundial, como fue
ya esbozada por mi Predecesor, el Beato Juan XXIII. Esta Autoridad deberá estar
regulada por el derecho, atenerse de manera concreta a los principios de
subsidiaridad y de solidaridad, estar ordenada a la realización del bien común, comprometerse
en la realización de un auténtico desarrollo humano integral inspirado en los
valores de la caridad en la verdad. Dicha Autoridad, además, deberá estar
reconocida por todos, gozar de poder efectivo para garantizar a cada uno la
seguridad, el cumplimiento de la justicia y el respeto de los derechos.
Obviamente, debe tener la facultad de hacer respetar sus propias decisiones. (67)
CAPÍTULO
SEXTO
EL
DESARROLLO DE LOS PUEBLOS
Y LA TÉCNICA
Y LA TÉCNICA
El desarrollo de los pueblos se degrada cuando la humanidad
piensa que puede recrearse utilizando los «prodigios» de la tecnología. Lo
mismo ocurre con el desarrollo económico, que se manifiesta ficticio y dañino
cuando se apoya en los «prodigios» de las finanzas para sostener un crecimiento
antinatural y consumista. Ante esta pretensión prometeica, hemos de fortalecer
el aprecio por una libertad no arbitraria, sino verdaderamente humanizada por
el reconocimiento del bien que la precede. Para alcanzar este objetivo, es
necesario que el hombre entre en sí mismo para descubrir las normas
fundamentales de la ley moral natural que Dios ha inscrito en su corazón. (68)
La técnica, por lo tanto, se inserta en el mandato de cultivar y custodiar la
tierra (cf. Gn 2,15), que Dios ha confiado al hombre,
y se orienta a reforzar esa alianza entre ser humano y medio ambiente que debe
reflejar el amor creador de Dios. (69)
Cuando el único criterio de verdad es la eficiencia y la
utilidad, se niega automáticamente el desarrollo. En efecto, el verdadero
desarrollo no consiste principalmente en hacer. La clave del desarrollo está en
una inteligencia capaz de entender la técnica y de captar el significado
plenamente humano del quehacer del hombre, según el horizonte de sentido de la
persona considerada en la globalidad de su ser... La técnica atrae fuertemente
al hombre, porque lo rescata de las limitaciones físicas y le amplía el
horizonte. Pero la libertad humana es ella misma sólo cuando responde a
esta atracción de la técnica con decisiones que son fruto de la responsabilidad
moral. (70)
El desarrollo es imposible sin hombres rectos, sin
operadores económicos y agentes políticos que sientan fuertemente en su conciencia
la llamada al bien común. Se necesita tanto la preparación profesional como la coherencia
moral. (71)
Medios de
comunicación social. Dada la importancia fundamental de los medios de
comunicación en determinar los cambios en el modo de percibir y de conocer la
realidad y la persona humana misma, se hace necesaria una seria reflexión sobre
su influjo, especialmente sobre la dimensión ético-cultural de la globalización
y el desarrollo solidario de los pueblos. Al igual que ocurre con la correcta gestión
de la globalización y el desarrollo, el sentido y la finalidad de los
medios de comunicación debe buscarse en su fundamento antropológico. Esto
quiere decir que pueden ser ocasión de humanización no sólo
cuando, gracias al desarrollo tecnológico, ofrecen mayores posibilidades para
la comunicación y la información, sino sobre todo cuando se organizan y se
orientan bajo la luz de una imagen de la persona y el bien común que refleje
sus valores universales. ... Para alcanzar estos objetivos se necesita que los
medios de comunicación estén centrados en la promoción de la dignidad de las
personas y de los pueblos, que estén expresamente animados por la caridad y se
pongan al servicio de la verdad, del bien y de la fraternidad natural y
sobrenatural. (73)
Pero la racionalidad del quehacer técnico centrada sólo en
sí misma se revela como irracional, porque comporta un rechazo firme del
sentido y del valor. Por ello, la cerrazón a la trascendencia tropieza con la
dificultad de pensar cómo es posible que de la nada haya surgido el ser y de la
casualidad la inteligencia. Ante estos
problemas tan dramáticos, razón y fe se ayudan mutuamente. Sólo juntas salvarán
al hombre. Atraída por el puro quehacer técnico, la razón sin la fe se
ve avocada a perderse en la ilusión de su propia omnipotencia. La fe sin la
razón corre el riesgo de alejarse de la vida concreta de las personas. ... Mientras los
pobres del mundo siguen llamando a la puerta de la opulencia, el mundo rico
corre el riesgo de no escuchar ya estos golpes a su puerta, debido a una
conciencia incapaz de reconocer lo humano. (75)
El problema del desarrollo está estrechamente relacionado
con el concepto que tengamos del alma del hombre, ya que nuestro yo se ve reducido
muchas veces a la psique, y la salud del alma se confunde con el bienestar
emotivo. Estas reducciones tienen su origen en una profunda incomprensión de lo
que es la vida espiritual y llevan a ignorar que el desarrollo del hombre y de
los pueblos depende también de las soluciones que se dan a los problemas de
carácter espiritual. El desarrollo debe abarcar, además de un progreso
material, uno espiritual, porque el hombre es «uno en cuerpo y alma»,
nacido del amor creador de Dios y destinado a vivir eternamente. El ser humano
se desarrolla cuando crece espiritualmente, cuando su alma se conoce a sí misma
y la verdad que Dios ha impreso germinalmente en ella, cuando dialoga consigo
mismo y con su Creador. Lejos de Dios, el hombre está inquieto y se hace
frágil. (76)
Ante los grandes problemas del desarrollo de los pueblos,
que nos impulsan casi al desasosiego y al abatimiento, viene en nuestro auxilio
la palabra de Jesucristo, que nos hace saber: «Sin mí no podéis hacer nada» (Jn 15,5).
Y nos anima: «Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final del mundo» (Mt 28,20).
Ante el ingente trabajo que queda por hacer, la fe en la presencia de Dios nos
sostiene, junto con los que se unen en su nombre y trabajan por la justicia. … La conciencia del amor indestructible de Dios
es la que nos sostiene en el duro y apasionante compromiso por la justicia, por
el desarrollo de los pueblos, entre éxitos y fracasos, y en la tarea constante
de dar un recto ordenamiento a las realidades humanas. (78)